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Las cosas que sueño

El estado de las cosas reales, suele diferir de maneras extremas cuando se materializan en el plano onírico. Cambian los espacios, se funden unos con otros. Las personas pueden cambiar su fisonomía, sus nombres, o sus sentimientos. Todo puede ser de la misma estúpida manera en que puede dejar de serlo. Últimamente mis sueños han sido demasiado potentes, cargados de una intensidad a la que no estoy acostumbrada. Es que siempre mis sueños se caracterizaron por el aburrimiento y las cosas que se caen. Objetos, personas, todo siempre se caía. Todo cambió cuando ella intercedió entre el sueño y la vigilia convirtiendo a mi existir en un plano azul incapaz de unirse completamente a lo onírico o a la realidad. Llegó desde el pasado para convertir mi presente en una breve estadía soleada en medio del deshielo. Y me aferré a lo que mi corazón me dijo que podría ser una buena opción. Qué bien que me cae la gente que no escucha a su propio corazón. Espero caerle tan mal como me caería a mí mism

Besos de humo

Su mirada suena como un coro de mil voces que susurra en mi oído que otra vez lo estoy haciendo mal. Aunque quiera callar sus ojos y extinguir el fuego de su mirada, no consigo más que extender las llamas. El calor se expande y se eleva en mi interior creando una nube espesa que contrae mi poca destreza en el arte de pensar. Las decisiones se vuelven confusas, mis pasos lentos, mi mirada se pierde allá en donde supuestamente él debería esperarme. Pero no lo veo, no aparece. El humo se convierte en niebla que acentúa mi confusión. Avanzo a tientas con la desesperación enredándose alrededor de mis tobillos. Y vuelvo a besarlo, creyendo que sus labios me salvarán de nuevo. Me arde la garganta, me tiembla el pulso, y a lo lejos, o adentro mío, entre la bruma, una figura que baila me invita a acelerar mis pasos. Es él que me recuerda porqué estoy avanzando, porqué cada vez me queda menos tiempo. La esquina brilla más tras cada beso. Aunque cada vez me sienta más perdida, siento que estoy

Recuerda que debes morir

    Desapareció del mismo modo en el que desaparecen las cosas mágicas. Giró sobre su eje levantando una nube de humo y, al instante, ya no estaba. Solo el eco de su voz quedó flotando amenazadoramente en el aire: recuerda que debes morir . Me encantan las cosas extrañas, pero siempre en libros o series de televisión. Pero cuando esas situaciones se vuelven palpables y visibles, siento que sería de esos personajes que mueren antes del tercer capitulo y de la manera mas estúpida posible. Me pasa algo parecido a cuando quiero escribir historias de terror: son pésimas, incoherentes, sin sentido y con finales abruptos que solo sirven para indicar que no tenia idea sobre como terminarla. Pero esta historia no es mía, así que espero llegar a una buena y coherente resolución. Llegó a casa de la manera convencional, como cualquier ser humano. Golpeó la puerta, aguardó ser atendido e ingresó luego de ser invitado. Todo normal hasta entonces. Su paso era lento pero seguro, con la vista al fr

En tu nombre

Tu risa se ríe de mí desde el exilio, mientras al tiempo le exijo que apure al olvido con eso de olvidarte y de devolver cada cosa a su sitio. Cito a poetas que nunca existieron, en tu nombre, para excusarme del delirio de ver tu cara en cada lugar, desde en la heladera hasta en el hogar, en donde como inútiles troncos mis ganas de abrazarte me abrasan sin piedad. Y se derriten las alas que nunca tuve, pero que imaginé cada vez que un beso tuyo me hacía volar, cada vez que el suelo de mis pies se alejaba, y la gloria, en tu nombre, llegaba a conquistar. Crecí y me desvanecí entre victorias y derrotas. Entre infinidad de amaneceres fríos y la abundante escasez de ocasos perpetuos de plenitud. En tu nombre fui protagonista y testigo de ilusiones absurdas, incapaces de darme abrigo. Hubo tantas noches en las que traté de convencerme de que yo misma era mi amiga, después de que hasta las sombras se fueran detrás tu perfume. Extraño cuando no te extrañaba tanto, y el pasado era tan solo u

Todo muy bien

Las hojas del otoño descendían como coreografiadas por el mejor bailarín. Cada una caía graciosamente en el preciso lugar en que tenía que caer. Es muy loco pensar que cada movimiento del universo está regido por una extraña ley suprema, ¿no te parece? Avanzamos rumbo al norte en tu auto con olor a nuevo. Me dijiste que era mejor no abrir las ventanas para tratar de conservarlo la mayor cantidad de tiempo posible. Eso me hizo mucha gracia. Frenaste de golpe para no pasarte una luz roja. Dijiste que mi sonrisa te distraía, no solo al manejar. Incluso en tus peores sueños, esos que duran eternidades y en donde todo puede suceder, siempre aparecía yo en algún costado, alivianando la situación. Nadie chamuya como vos, lo supe desde el principio. Y al contrario de espantarme, me encantó. Todo me encantó de vos, al menos durante algún tiempo. Tantas cosas, tantos momentos… en mi mente hoy todo se acumula como una película que preferiría no ver, pero se me hace imposible despegar los ojos de